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La CHE se prepara para nacionalizar 19 centrales hidroeléctricas

La Confederación consigna la reversión de las instalaciones cuyas concesiones caducan hasta 2027 en el nuevo Plan Hidrológico de la cuenca, que también incluye un ambicioso proyecto para crear 3.000 empleos en torno al almendro y el olivo en el Bajo Aragón

Y¿si CHE fuera a acabar significando “Compañía Eléctrica del Ebro” además de Confederación Hidrográfica del Ebro? En ello anda el organismo de cuenca, que ha incluido entre los Temas Importantes que deben ser debatidos antes de redactar el tercer Plan Hidrológico de la demarcación uno centrado en “desarrollar los usos energéticos en un entorno de sostenibilidad” que, de salida, incluye una propuesta totalmente disruptiva tras más de dos décadas de privatización del sistema energético: nacionalizar las 19 centrales hidroeléctricas de la cuenca cuyas concesiones caducan antes de que termine 2027 para darle a la energía que producen un uso social; y público, claro.

“La finalización del periodo concesional de algunas de las centrales hidroeléctricas de la demarcación y su reversión al Estado, hace que, en el nuevo ciclo de planificación, [referido al] periodo 2021-2027, sea conveniente sistematizar y agilizar el procedimiento administrativo para la reversión de la concesión al Estado”, señala el ETI (Esquema de Temas Importantes, a información pública hasta el 24 de julio), documento en el que la CHE apuesta claramente por recuperar las centrales para lo público “revisando las condiciones ambientales” de su funcionamiento y “ajustándolas a los requerimientos ambientales de la planificación hidrológica, especialmente en lo referente a los caudales ecológicos”.

“La continuidad de la explotación de las centrales revertidas podrá incorporar medidas adicionales de mejora ambiental”, anota, al tiempo que estima el bajo coste de esa alternativa: “como primera aproximación”, indica, “la inversión para la continuación con los procedimientos de reversión de las 19 centrales hidroeléctricas consideradas se estima en 100.000 euros anuales, 600.000 en total” hasta 2027. “Con esta alternativa se alcanza la mayor contribución (…) a la transición energética y la descarbonización de la economía con un impacto adicional no significativo sobre las masas de agua” en las que se encuentran, añade.

¿Qué beneficios aporta una medida de ese tipo? Vista la experiencia iniciada en la central de Pueyo de Jaca y en la Auxiliar de Campo, ambas en el Pirineo oscense y que han sido las primeras en revertir al Estado tras vencer sus concesiones, por lo pronto plantea una rebaja de costes para los beneficiarios, que ahora, por el peculiar y enrevesado sistema español de precios y gravámenes de la energía, lo pagan a entre 6 y 17 céntimos el kilovatio hora cuando la CHE lo produce a uno en ambas instalaciones y se trata de un consumo prácticamente de ‘kilómetro cero’ con reducidos costes de transporte.

En cualquier caso, no se trata de una iniciativa nueva, aunque sí de un posicionamiento claro de la Administración en una materia en la que hasta ahora los gobiernos han tirado más de palo que de zanahoria, tanto con el mundo rural como con la montaña, al alternar el discurso de la restitución con la prórroga de las concesiones.

Un destino definido

De hecho, el vigente Plan Hidrológico del Ebro ya contemplaba el “análisis y reversión de las centrales hidroeléctricas que acaban su periodo concesional” con la “continuidad de la explotación maximizando el interés público”, lo que, en condiciones normales, debería haber afectado a cinco instalaciones entre finales de 2016 y el año que viene: Baños de Panticosa-El Pueyo, con una potencia instalada de 5,5 megavatios, Barrosa (3,55), Urdiceto (7,1), la Auxiliar de Campo (1,67) y Lafortunada-Cinqueta (40,8), todas ellas en Huesca.

Sin embargo, señala el ETI, un lustro después “solo El Pueyo se encuentra en producción, mientras que la entrega al Estado de Lafortunada-Cinqueta está a la espera de resolución judicial”. La de Campo está en periodo de prueba.

El empantanamiento de esas reversiones, en unos procesos en los que han mostrado interés en intervenir tanto algunos ayuntamientos como el propio Gobierno de Aragón, choca con la claridad con la que la normativa regula esos procedimientos, algo que también está ocurriendo con la llamada “energía reservada”, que consiste en la entrega gratuita para usos sociales de entre el 10% y el 25% de la producción de las centrales compensación por soportar pantanos y tuberías que el territorio ha dejado de recibir durante más de medio siglo en la mayoría de los casos porque nadie se acordó de reclamarla.

“El destino de los rendimientos procedentes de la explotación de aprovechamientos hidroeléctricos revertidos o de las reservas de energía existentes en algunas concesiones, quedo regulado en el artículo 67.2 de las disposiciones normativas del Plan Hidrológico” del Ebro, señala el ETI, que remite así tanto a la gestión por parte de la CHE como a su explotación mediante convenios con ayuntamientos y comunidades para gestionar actuaciones relacionadas con “la restitución económica y social del territorio que los genera” y con “la restauración medioambiental, la modernización y eficiencia de regadíos y las necesidades energéticas de los servicios públicos de gestión del agua en la cuenca”, siempre que estén previstas en sus presupuestos.

Trece centrales en Aragón

Según la información disponible en la Confederación Hidrográfica del Ebro, entre los años 2019 y 2027 van a realizar el procedimiento de reversión de la concesión al Estado un total de 19 centrales”, apunta el ETI, que recuerda que “al extinguirse el aprovechamiento debe optarse por su continuidad o su demolición”. El organismo de cuenca tiene claro que su opción es la primera de esas dos.

El listado incluye la central de Baños de Panticosa (5,5 megavatios de potencia instalada) en el Caldarés, la de Argoné (14,4) en el Ésera, la Auxiliar de Lafortunada (2,4) en el Cinca y las de Morana (0,88) y Morca (0,79) en el Huecha, todas ellas explotadas por Acciona; la de Hidrodata (2,88) en el Canal de Piñana, a caballo entre Castillonroy e Ivars de Noguera, la de La Requijada (0,7) que gestiona la Hidroeléctrica del Piedra en Nuèvalos y, también, las de Hidro Nitro en el pantano de Barasona (26) y en el salto de El Ciego (3,2), ambas en el Ésera.

Es decir, que ocho de las diecinueve centrales a revertir se encuentran en Aragón, lo que eleva la apuesta a trece de veinticuatro si se incluyen las otras cinco cuyos expedientes se encuentran ya en marcha o concluidos.

Del resto de instalaciones destacan las de La Retorna (2,2) en el Najerilla y las de Cabriana (5,16), Recajo (3,42) y Trespaderne (15,2) que explota Iberdrola, que seria la principal afectada por este proceso junto con Acciona.

De esas diecinueve, solo cinco se encuentran en masas de agua cuya calidad no se considera “en buen estado”, lo que podría llevar a la CHE a optar por la demolición en lugar de por la reversión para cumplir las exigencias ambientales de la Directiva Marco del Agua.

Se trata de las de La Requijada y Trespaderne, “catalogadas en mal estado en el Plan Hidrológico vigente”, y las de Recajo, Lodosa y Castillonroy, “catalogadas en buen estado o buen potencial en el plan vigente pero que las evaluaciones recientes ponen de relieve que pueden estar en mal estado”.

Nuevos saltos reversibles

Entre todas suman 92,121 megavatios de potencia instalada, apenas un 2,3% de los 3.894,5 que suman las 363 centrales de la cuenca (93 de ellas catalogadas como estratégicas por Red Eléctrica), aunque el calado de la iniciativa no se encuentra en su plano cuantitativo sino en el cualitativo, ya que se trata del comienzo de un proceso que, de concluir con éxito y trasladarse al resto de las demarcaciones hidrográficas, debería terminar con la nacionalización de un parque que cubre con energía limpia la cuarta parte de la demanda de toda España (solo el Ebro genera más de 8.000 gigavatios hora al año) y para el que, por su impacto ambiental, “no son previsibles nuevos desarrollos hidroeléctricos tradicionales, salvo en infraestructuras ya existentes o en construcción con otro propósito.

No obstante, añade el ETI, “sí que existen proyectos para aprovechar las remarcables condiciones de la cuenca del Ebro para el desarrollo en un medio plazo de nuevos saltos reversibles que permitan almacenar hidráulicamente la energía eléctrica sobrante en horas valle e integrar en el sistema una mayor producción eólica o solar no programable”; es decir, llevar agua a cotas más elevadas mediante sistemas alimentados por placas o aerogeneradores para turbinarla de nuevo, como ya ocurre en Estany Gento (440 megavatios), en el Noguera Pallaresa, en Moralets (210) en el Noguera Ribagorzana, en Montamara (92) en el Noguera de Cardós y en Ip (89) en el Aragón.

“Su papel para contribuir a la seguridad del sistema y para favorecer la integración de otras renovables poco programables (eólica o solar) se hace cada vez más importante”, indica el documento, que destaca los “proyectos en análisis en el entorno de los embalses de Mequinenza y Ribarroja, y las posibles repotenciaciones de Moralets y Estany Gento”.

La reconversión de la almendra y la oliva en Teruel

La primera de esas iniciativas, en la que los técnicos de la CHE llevan años trabajando bajo la denominación de “Almacenamiento a gran escala de energía en la cuenca del Ebro. Reconversión de los sectores de aceite y almendra en el Bajo Aragón turolense”, contempla un salto reversible de 318 megavatios, que “permitiría integrar en el sistema del orden de mil de energía renovable, así como poner en regadío de baja dotación superficies de olivo y almendro en la orla periférica despoblada de la cuenca y deficitaria de recursos hídricos”. “Se trata -añade- de una actuación encaminada a corregir pues varios de los desequilibrios (energéticos, agroalimentarios, de distribución de población) que se perciben en la demarcación”.

Básicamente, el proyecto consiste en aprovechar el almacenamiento de agua y la generación de energía del salto reversible de Mequinenza para, con una balsa de cola en el río Regallo entre Alcañiz e Híjar, habilitar un regadío de apoyo en 30.000 hectáreas de olivo y almendro de secano en el Bajo Aragón, lo que permitiría generar hasta 3.000 empleos e inyectaría en la renta agraria de la zona hasta cien millones de euros anuales.

Ese sistema permitiría, sobre el papel, paliar el déficit de 45 hectómetros cúbicos que padecen las 7.500 hectáreas de los regadíos del Guadalope y disponer de otros 59 para regar las casi 23.000 de la segunda fase del sistema Calanda-Alcañiz y lanzar el regadío social del Mezquín.

La inversión para el nuevo salto reversible de Mequinenza-Ribarroja saldría del presupuesto de ese proyecto más ambicioso, cuyo coste estimado es de 552 millones de euros. “Considerándose que en el tercer ciclo de planificación se ejecutara al 20%”, añade, la inversión global estimada para el periodo 2021-2027 “resulta en 111 millones”.

“Con esta alternativa se considera que se produciría el desarrollo de centrales de tipo reversible que contribuyen a la transición energética y la descarbonización de la economía en el marco del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima”, concluye el Esquema de Temas Importantes de la cuenca del Ebro, que añade que “en este escenario se estima que el efecto negativo de los aprovechamientos reversibles sobre las masas de agua afectadas puede considerarse no significativo”.

Fuente: Diario Libre de Aragón